"La lista de los libros más vendidos de Sant Jordi - de la que todos los medios de comunicación se hacen eco al día siguiente, y que sirve como referencia para establecer los éxitos y fracasos de la jornada- se realizó, este año, a partir de una encuesta a doce librerías, entre las que no se encontraban las que más venden en Catalunya."
Termina su artículo con una aseveración preocupante:
"A diferencia de lo que sucede con las entradas de cine, en España no existe un sistema fiable para conocer exactamente los ejemplares que se venden de cada libro, entre otras cosas por la falta de interés de los editores al respecto."
Pero, ¿es verosímil que los editores carezcan de interés en conocer exactamente los ejemplares vendidos de los libros que ponen en el mercado?
Cuesta trabajo imaginárselo, pero algo de cierto debe haber en la información vista la reacción, sirva de mero ejemplo, de autosatisfacción (cofoïsme)producida en el cuarto de banderas de una conocida editorial catalana en la que su director general blandió el listado de libros más vendidos, que el Gremi había circulado, como un éxito rotundo. En la lista que hoy publica La Vanguardia se produce, precisamente, la caída de tal éxito, mira por dónde.
Esta mañana, en el programa de Josep Cuní, en TV3, una mesa compuesta por personajes tan diversos como el notario López Burniol, la flamante directora del Liceo y ex-consejera delegada de Edicions 62 y el escritor Josep Maria Terricabras, se glosó esta noticia y se abundó en el oscurantismo de muchos editores a la hora de ofrecer datos de ventas de ejemplares a sus propios autores. ¿No quieren que se sepa o no quieren saberlo? Acaso sean ambas cosas.